Comprueba durante el período
que dura tu visita al museo como la Tierra ha girado bajo tus pies. El péndulo del Museo reproduce un famoso experimento del físico francés Jean Bernard Léon Foucault, que realizó la primera demostración directa de la rotación de la Tierra en 1851. Un péndulo consiste en una masa suspendida de un cable muy largo. Si la masa se separa de la vertical, la fuerza de la gravedad la atrae y empieza a perder altura. Esto hace que el péndulo se ponga en movimiento y adquiera una inercia que lo hace oscilar. Como todas las fuerzas que actúan sobre el péndulo están sobre el mismo plano, es de esperar que la oscilación se produzca siempre en la misma dirección. Si el plano de oscilación varía, quiere decir que está actuando una fuerza externa. El péndulo de Foucault se basa en este efecto para demostrar el movimiento de rotación de la Tierra. Supongamos que el péndulo estuviera en uno de los polos, justo sobre el eje de rotación de la Tierra. Al oscilar, su plano de rotación se mantendría fijo respecto a las estrellas, pero la Tierra seguiría girando debajo de él. Un observador situado en la Tierra vería girar el plano de oscilación del péndulo con la misma velocidad de rotación que la Tierra, pero en sentido opuesto. Como la Tierra realiza una vuelta completa (360 grados) cada 24 horas, el plano de oscilación de este péndulo giraría 15 grados cada hora (15 x 24 = 360). Si el péndulo se encontrase en el Ecuador, la rotación de la Tierra no afectaría al movimiento del péndulo y éste siempre oscilaría en un mismo plano. En latitudes intermedias entre los polos y el Ecuador, se combinan los efectos de la rotación de la Tierra y el arrastre del punto de suspensión, con el plano del péndulo que gira con una velocidad intermedia. En Madrid, por ejemplo, el plano de oscilación del péndulo de Foucault se desplaza 9,7 grados cada hora. |
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