En la crianza de nuestros hijos o hijas, a menudo nos encontramos con una serie de creencias arraigadas en la sociedad que son equivocadas. Para poder realizar una educación positiva, primero debemos deshacernos de ellas.
Uno de los mitos más comunes es que los bebés no comprenden ni registran lo que sucede a su alrededor en sus primeros días de vida. No obstante, la neurociencia nos demuestra lo contrario. Desde el momento en que nacen, los bebés son receptivos a estímulos externos y están en constante aprendizaje. Sus sentidos están alerta, absorbiendo información y creando conexiones neuronales que sentarán las bases para su desarrollo futuro.
Por otro lado, también existe la fuerte convicción de que “a veces es necesario gritar para demostrar la autoridad". Esta idea es completamente falsa. Utilizar el miedo como medio de control en la crianza conduce a relaciones familiares disfuncionales. Establecer límites de manera firme pero comprensiva es una opción mucho más saludable.
Finalmente, no hay que caer en la idea de que podemos ser sus “mejores amigos”. En la educación, es necesario establecer un rol jerárquico basado en el cariño y el respeto para poner límites y corregir comportamientos inadecuados. Nuestra relación con ellos debe ser cercana, pero siempre recordando que somos figuras de referencia, lo que implica una posición diferente a la relación de amistad.